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Si has estado siguiendo mi viaje, sabes que he pasado gran parte de la última década buscando—pertenencia, familia, una manera de caminar en correcta relación con la tierra y con otros. Esa búsqueda me ha llevado desde mis raíces en Australia a Europa, y eventualmente, de regreso a las Américas. Lo que quiero compartir hoy es una historia sobre puentes—literales y espirituales—y la hermandad que crece cuando nos atrevemos a cruzarlos.
La llamada a Yucatán
En 2022, sentí un llamado poderoso a regresar a México—a Yucatán, donde mi Abuela me dio la bienvenida a casa. En ese momento, estaba leyendo Sand Talk de Tyson Yunkaporta, un libro que entrelaza la sabiduría indígena australiana en una visión para sanar nuestro mundo. Lo que más me impactó fue cuánto sus enseñanzas resonaban con lo que estaba presenciando en el mundo maya: el tiempo como círculo, la historia como puente, y la tierra como una memoria viva.
Sentado con mi Abuela en ceremonia, me di cuenta de que el dolor que llevaba no era solo mío—era el dolor de la tierra, de los ancestros, de historias que necesitaban atención. Mi familia, como tantas otras, había desempeñado su papel en la larga historia de la colonización y, sin querer, en la herida de la tierra. Esa realización me puso en el camino de buscar perdón—y de encontrar nuevas formas de estar en relación con el lugar.
Ceremonia en tierra ancestral
Al final de ese año, regresé a Australia para una ceremonia. La tierra me recibió con abundancia—lluvia, colinas verdes y un lago salado que nunca antes había visto lleno. Guiado por la sabiduría de mi Abuela desde lejos, puse una cruz de sal y recé por perdón, por cierre, y por un nuevo comienzo para mi familia y la tierra que llamábamos hogar.
Esa noche, mientras el viento aullaba y la tormenta rodeaba mi campamento, sentí que volvía un profundo sentido de pertenencia. Fue un punto de inflexión—una señal de que era tiempo de dejar atrás viejos patrones y entrar en un nuevo capítulo.
El solsticio sagrado en Palenque
Después de un año y medio de búsqueda, regresé a México—atraído por la antigua ciudad de Palenque para el solsticio de invierno. Allí, entre las ruinas, me encontré con una ceremonia sagrada dirigida por ancianos mayas. Mi tocayo, Benjamín, me dio la bienvenida y me entregó su concha—un instrumento de caparazón de armadillo que cantaba con las voces de los ancestros.
Conocí a Mama Adriana, quien inmediatamente me adoptó como “Benjamín Dos.” En ese círculo, bajo los grandes árboles, fui testigo de un archivo vivo de historias y profecías indígenas—una reunión de guardianes de la sabiduría preparándose para compartir los orígenes de la humanidad. Se sentía como una convergencia de mundos—un re-tejido de la memoria. (Puedes leer la publicación completa aquí).
Cruzando a La Ventana
El día después del solsticio, acepté una invitación a La Ventana—la tierra cuidada por Mama Adriana y su familia. Para llegar, crucé un río a pie—un umbral que se sentía tanto literal como simbólico. Allí, en el corazón de la selva, me uní a una ceremonia más pequeña junto al Jefe Midegah, un anciano Anishinaabe de Missouri, quien llevaba consigo la pipa más antigua de su pueblo.
El Jefe Midegah dibujó antiguas rutas comerciales en la tierra—conectando Alaska con los Andes—y compartió historias de conexión que iban mucho más allá de lo que cuentan la mayoría de los libros de historia. En ese momento, entendí que nuestra hermandad es más antigua y profunda que las fronteras o los linajes de sangre.
La tormenta, el río y la lección
Después de esa primera visita, regresé a La Ventana por unos días de soledad y reflexión. Cada día, nadaba en el río, tocaba música al ritmo del agua y dejaba que la selva me sostuviera. En mi última noche, una tormenta torrencial convirtió el apacible río en una corriente furiosa. Por la mañana, cruzar a pie era imposible.
Mi tocayo Benjamín me despertó temprano—tendríamos que caminar río arriba, entre cascadas y lodo, para llegar a un puente colgante y a mi taxi que esperaba. Cada paso fue una lección de confianza—en seguir el liderazgo de quienes conocen la tierra. Empapado y exhausto, finalmente logré cruzar—agradecido por la aventura y la hermandad que me sostuvo.
Construyendo el puente
Durante esa caminata bajo la lluvia, Benjamín compartió un sueño—construir un puente permanente en La Ventana para que la tierra pudiera recibir visitantes en todas las estaciones. Lo que no sabía era que el Jefe Midegah, conmovido por su tiempo allí, ya había comenzado a reunir apoyo. En pocas semanas, se reunieron los fondos. Mientras escribo esto, el puente está en construcción—un símbolo vivo de lo que es posible cuando la comunidad se une.
Mama Adriana ha compartido fotos y videos de la construcción, y cada imagen me recuerda—esto es lo que significa construir familia. No solo por sangre, sino por responsabilidad compartida, por presentarse, por cruzar ríos juntos.








Reflexiones sobre familia y hermandad
Unos meses después, el Jefe Midegah me invitó a Yucatán para el equinoccio de primavera—donde 200 ancianos, artistas y líderes espirituales se reunieron durante días de ceremonia. Allí, vi la profecía del Águila y el Cóndor cobrar vida—Norte y Sur, mente y corazón, encontrándose en ceremonia y en acción.
A lo que sigo regresando es esto—la familia no es solo cuestión de linaje. Es la disposición de construir puentes—entre generaciones, entre lo sagrado y lo cotidiano, entre la sabiduría ancestral y los futuros emergentes. Todos nosotros estamos volviendo a reunirnos como un solo pueblo—encontrándonos en el árbol de la vida, sostenidos por la Madre Tierra (esta también tiene una publicación completa y detallada que puedes leer aquí).
Honrando a los constructores de puentes
Este viaje no sería posible sin la extraordinaria dedicación de grupos e individuos que trabajan por la inmersión cultural, la preservación de la tierra y la renovación biorregional.
La Ventana – Centro Educativo para la Vida Sostenible
La Ventana es más que un lugar—es un círculo vivo de guardianes, educadores y visionarios con base en Palenque, Chiapas. Fundada por Adriana Álvarez y apoyada por un equipo diverso que incluye a la Abuela Isela Martínez, Benjamín Álvarez, Jasmine Arriaga, Nancy, Alina Carmona, Chan Kin, Bhakti Lup y las Juanitas, La Ventana se dedica a la educación consciente, la protección de la flora y fauna, proyectos microeconómicos y turismo espiritual. Su trabajo incluye cabañas de ecoturismo, una casa ceremonial de medicina, producción de miel orgánica y formación en permacultura—todo con la visión de restaurar la biorregión para la comunidad maya y más allá.
Aprende más y apoya:
Iniciativas de la Biorregión Maya
La Biorregión Maya se erige como una extensión sagrada de selvas exuberantes, templos antiguos y culturas vibrantes—que se extiende por México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador. Guiada por la sabiduría de las Abuelas Mayas y enraizada en la cosmovisión maya, esta región es un santuario vivo donde la biodiversidad y el patrimonio cultural existen en profunda armonía.
La Fundación de la Biorregión Maya está dedicada a restaurar la naturaleza a más del 50% de los niveles históricos tan pronto como sea posible. Su visión exige un cambio de paradigma en la conciencia—uno que honre la interconexión de toda la vida y fomente una relación renovada entre la humanidad y la Madre Tierra. Al adoptar el concepto de “biorregión”, reconocen que los sistemas naturales trascienden las fronteras políticas, entrelazando bosques, ríos y comunidades en un delicado tapiz.
Su trabajo incluye la protección de ecosistemas vitales como la Selva Maya, el Arrecife Mesoamericano y los reservorios de agua dulce esenciales de la región. A través de la educación, la defensa y la gestión colaborativa, la Fundación de la Biorregión Maya busca asegurar que este corazón vital del planeta continúe prosperando—nutriendo a todos los que lo llaman hogar y salvaguardando un legado para las generaciones futuras.
Aprende más, firma la proclamación y únete a sus esfuerzos para restaurar el equilibrio y honrar el espíritu de “Ixim”—el maíz, símbolo de vida y sustento:
Red de Filantropía Earth Angels
Earth Angels es una red global de líderes conscientes comprometidos con apoyar proyectos que aborden las causas raíz de nuestra crisis planetaria. Su enfoque es holístico—ofreciendo no solo capital financiero, sino también apoyo social, espiritual y experiencial. La Ventana es su primer proyecto emblemático, y la red incluye visionarios como Adriana Álvarez, la Dra. Carmen Delia Ortiz, Nancy Siqueiros, Sommer Joy Ramer, Susan Stark Christianson, Heather Elizabeth, Victoria Rosen y Mitzy Clementina Bautista. Earth Angels promueve una narrativa unificadora y asociaciones a largo plazo para la sanación biorregional y la renovación cultural.
Aprende más y conéctate:
Llamado a la acción – Únete a construir puentes
Si esta historia despierta algo en ti—si sientes el llamado a cruzar un río, a construir un puente, o a apoyar a quienes lo hacen—te invito a conectar. Ya sea que sientas el llamado de apoyar los proyectos en curso de La Ventana, unirte a la Red de Filantropía Earth Angels, o simplemente compartir tu historia de hermandad y conexión, sabe que no estás solo.
Visita el sitio web de La Ventana para conocer más sobre su visión, necesidades actuales y cómo involucrarte.
Explora la Red de Filantropía Earth Angels para descubrir cómo puedes contribuir a la transformación biorregional.
Contáctame directamente si deseas colaborar, compartir tu propio viaje de construcción de puentes, o conocer más sobre estos círculos notables de hermandad.
Juntos, estamos recordando lo que significa ser familia—a través de ríos, culturas y el tiempo.
Gracias por caminar este camino conmigo.
—Benjamin
¿Qué puentes estás construyendo en tu vida? Me encantaría escuchar tu historia—responde abajo o comunícate directamente. 🌿